domingo, 7 de agosto de 2011

Carta de Giulia Tamayo: Responsable de Investigación y experta en jurisdicción Amnistía Internacional


Te pido que circules estas líneas que responden a mi deber ético elemental de dar testimonio sobre los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad hoy 4 de agosto frente al Ministerio del Interior en Madrid. Lo hago desde mi condición de defensora de los derechos humanos cuyo ejercicio he buscado honrar en diferentes lugares del planeta. 

Lo ocurrido esta noche es un escándalo. Se ha tratado de un operativo de castigo contra manifestantes pacíficos e indefensos en el marco de una movilización ciudadana que viene recorriendo las calles de Madrid tras la ocupación policial de la Puerta del Sol con el impedimento de la libre circulación de las personas. Cabe anotar que desde la ocupación policial de la Puerta del Sol se venían requiriendo documentos de identidad selectivamente a jóvenes que respondieran al perfil que las fuerzas de seguridad se han hecho de "los indignados". Ello lo pude constatar presencialmente. 

Tras observar dicha práctica policial (deformación que tengo de investigadora de abusos de derechos humanos), pedí a los policías en uno de los casos que pude observar directamente que me respondieran por qué a dicho joven y no a otras personas les requerían documentos, a lo que respondieron con malas formas, exigiéndome finalmente a mí identificarme, además de advertirme de que mi pregunta era un delito. Uno de los policías ensayó como explicación que a algunos ya los tenían en la mira por haber participado en las marchas. 

Con toda la prudencia debida expresé que el ejercicio de un derecho constitucional no es un delito. Con la mayor paciencia del mundo procuré informarles que lo que pretendía era que no cometieran las Fuerzas de Seguridad un delito. Mi rol era de colaborar con el respeto al Estado de Derecho.  Al parecer un mando recuperó la cordura y aunque nos obligó a todos a marcharnos, frenó la agresividad de sus subordinados. El día de hoy al medio día, estuve nuevamente en la Puerta del Sol y pude conversar con algunos policías. Observé su enorme desconocimiento de los derechos constitucionales y me ofrecí a aclararles algunos puntos. Alegaban que la constitución española debía sujetarse a no sé qué leyes (con rimbombancia decían que eran orgánicas) además de otras disposiciones de la administración. Respondí en el lenguaje mas pedagógico posible que era al revés. Anoté que no estaban obligados a acatar órdenes ilegales. Aunque sus rostros expresaban desconcierto ante mis palabras, ensayaron las respuestas mas insólitas como que el movimiento de los indignados era de izquierda radical. 

Desde luego, desconozco como función de la  policía  calificar y perseguir las ideas, sin embargo al parecer algunos policías no lo ven claro. Esta noche pude constatar qué tan lejos pueden llegar algunos policías cuando reciben órdenes de cargar contra manifestantes pacíficos. En la marcha que se detuvo ante el Ministerio del Interior habían además de jóvenes, un número apreciable de personas mayores y personas con niños. Acompaño dichas marchas no solo por convicciones personales respecto de su legitimidad, sino por carácter pacífico, en donde además puedo encontrar a muchos de mis alumnos universitarios a los que enseño las normas y mecanismos de los derechos humanos y de los que he aprendido enormemente. He tenido el privilegio de acompañar a esta generación de excepción que ha cristalizado un movimiento como el 15M. 

Nada mas ilusionante para mí que acompañar a jóvenes que se movilizan con medios legítimos para hacer los derechos humanos realidad. Nada me hacía presagiar que la policía cargaría haciendo uso de la fuerza en  forma totalmente desproporcionada. Pese a que los manifestantes coreaban como forma de protección y autocontención colectiva "No a la Violencia" con las manos alzadas al cielo, al parecer la suerte ya estaba echada por parte de las Fuerzas de Seguridad. Al encontrarme en primera línea frente al despliegue policial procuré hacerles razonar con serenidad de que no emplearan la violencia. Les hice saber que habían niños pequeños y personas mayores, incluidas personas discapacitadas. Fue inútil, las palabras no funcionaban. Me dejaron parada hablando ante sus furgonetas mientras aporreaban de manera indiscriminada a todos los manifestantes. Portaban armas para disparar proyectiles de goma. A los que corrían los perseguían hasta alcanzarlos para darles palizas en el suelo. Impedían que los sanitarios atendieran a los heridos. Las cargas se sucedieron para crear terror. Un grupo residual que permanecimos próximos a la estación de Metro de Colón, vimos y sufrimos con impotencia una última carga con nuevas personas aporreadas y heridas. Si el descomunal despliegue de policías ya revestía manifiesta desproporción, la  violencia ejercida contra los manifestantes solo puede ser calificada como una operación de castigo contra personas indefensas por el solo hecho de manifestarse. 

Quisiera creer que esto no está sucediendo en España pero me ha tocado ser testigo presencial y no puedo permanecer callada. Confío en que la sociedad española exija las responsabilidades que correspondan. Quien no quiera enterarse de estos hechos, los pretenda negar o encubrir falseando lo sucedido debe tener presente que en su opción está su penitencia. El abuso contra los derechos humanos de una sola persona es una amenaza contra todos. Las campanas doblan y no parece ser que lo hacen por la próxima visita.



7 comentarios:

  1. Gracias por el testimonio.Difundo y comparto.

    ResponderEliminar
  2. Habría estado completamente de acuerdo si Giulia Tamayo se limitara a denunciar (como lo hacemos todos los demás cuando podemos) los abusos que se produjeron el jueves ante el Ministerio de Interior. Una de las mejores cosas que está teniendo el movimiento 15M es su horizontalidad y falta de protagonismos personales y, sin embargo, en esta carta me rechina tanto yo hice, yo fui, yo dije... Por otra parte, si lo que queremos es convencer con el Derecho, para rebatir el español, me parece muy aconsejable conocerlo. En la Constitución Española se establece la obligación de que las leyes que regulan los derechos fundamentales sean "rimbombantemente" orgánicas.
    Seguiremos, miles de personas manifestándonos en las calles y defendiendo anónimamente nuestros derechos hasta que los poderes establecidos reconozcan que nosotros, sin protagonismos, somos el pueblo, sin cuyo apoyo pierden su legitimidad.

    ResponderEliminar
  3. Gracias Giulia.
    Por lo que leo eres una persona cuya voz tiene cierto alcance; por eso te pido que lo hagas saber en todas partes adonde vayas.
    A los poderes públicos (políticos y económicos) les ha salido un grano muy molesto en el trasero y van intentar acabar con él con todos los "remedios" que tengan a mano (incluidas las porras, las pelotas de goma y los periódicos). No tardaron las voces que pusieron en el mismo texto "indignados" y "terrorismo y violencia". Voces tímidas al principio, pero irán a más. Una lección de pacifismo y paciencia están dando los manifestantes del 15-M. Ojalá sigan estando presentes en todas sus manifestaciones tanto lo uno como la otra y que poco a poco se siga desenmascarando lo injusto e inhumano de este sistema que nos ha tocado en desgracia sufrir.
    Gracias Giulia y avante!

    ResponderEliminar
  4. No me gustan los paternalismos. Tengo 49 años y no “acompaño” a l@s jóvenes sino que siento que somos la gente de todas las edades quienes hacemos el movimiento, quienes somos parte de él y quienes vamos a seguir movilizándonos. Otra cuestión es que l@s jóvenes sean, para beneficio de tod@s, l@s más activ@s. No hablo en tercera persona de los manifestantes porque yo soy una de ell@s. No necesitamos que nadie nos “bendiga” desde alturas éticas y morales que nos miran desde arriba, porque quienes luchamos anónimamente ya tenemos la altura suficiente para no necesitar la aprobación de nadie.

    ResponderEliminar
  5. Discrepo con Jean y Cristina. Me parece que el acto de Giulia es absolutamente valiente, no solo por las consecuencias que puede acarrearle, sino por el posicionamiento claro de una figura clave dentro de Amnistía Internacional. La repercusión internacional de sus palabras y la indudable credibilidad que transmite tras una su vida dedicada a los derechos humanos, para mí al menos, es una pequeña victoria. Me gustaría matizar por un lado, que desde su posición de directora de Investigación y Políticas de A.I.no puede hablar como parte del movimiento. Sus palabras no son paternalistas, es más bien una cuestión de forma. Por otro lado tengo la suerte de conocerla y puedo afirmar que JAMÁS escribiría o haría nada por protagonismo. Es como si dijéramos que José Luis Sampedro o Stéphane Hessel buscan el protagonismo. Con todo el respeto del mundo, creo que hay que saber ver un poco más allá

    ResponderEliminar
  6. Iván, lo que no debería hacer es utilizar el nombre de AI en un escrito personal

    ResponderEliminar
  7. Te aseguro que la conozco personalmente mucho más que tú y por eso sé perfectamente lo que digo. Intenta por un momento dejar de lado tu admiración por ella (yo no niego que sea una persona valiosa) y haz un pequeño análisis de la carta como si ni no conocieras a su remitente. Lo que reafirmo es que lo mejor del movimiento es la falta de nombres propios y, sobre la barbaridad de la policía ese día, youtube está lleno de testimonios que hablan por sí solos.

    ResponderEliminar