Ateniéndonos al objetivo primordial que nos impulsó a crear un Grupo específico sobre Educación (“crear propuestas de acción que hagan realidad el cambio social en el que nos ha envuelto este movimiento”), en la asamblea del lunes 27 de junio retomamos el debate sobre “la educación como motor de cambio social: qué educación queremos para el cambio social que anhelamos”.
Partimos de la base (que ya se adoptó en la asamblea sobre educación el 22 de mayo en la Plaza Mayor ) de que “el paradigma educativo debe formar ciudadanos felices y libres, debe fomentar el espíritu critico, y debe ser lo mas cercano posible a la realidad y a la experiencia del alumn@”.
A partir de aquí, hemos reflexionado sobre la legislación educativa actual y su aplicación en la práctica (que no se cumple), y también sobre las competencias básicas y los ejes transversales (como la interculturalidad, la cooperación y resolución pacífica de conflictos…) Aspectos que, al ser materia “de tod@s (pero, al final, de nadie), sin especificarse cómo deben trabajarse, finalmente se quedan “en papel mojado”. Estos valores no deberían “tocarse” solamente en días aislados como el Día de la Paz , etc., sino que deberían trabajarse día a día en la práctica cotidiana de los colegios e institutos.
Otro problema planteado ha sido el del equilibrio entre una formación preeminentemente teórica o preeminentemente práctica. Se podría tender hacia un modelo como el de los países nórdicos, dónde prima la formación teórica (muchas veces, la manipulación manual por parte del alumn@ es mucho más efectiva para el aprendizaje que la enseñanza teórica). Por otra parte, si tratásemos de conjugar la formación eminentemente teórica que hoy en día existe en España con un efectivo desarrollo de las competencias básicas, correríamos el riesgo de tener un currículo saturado, y el riesgo de tener un profesorado esclavo de un currículo oficial con excesivos puntos a trabajar. Pero, por otra parte, también se ha planteado que, si queremos formar personas autónomas y autosuficientes, necesitamos conjugar la formación teórica y la formación práctica, puesto que es necesario romper la dicotomía clásica (que es un lastre) entre el trabajo manual y el intelectual, precisamente, a través de una educación integral que forme personas equilibradas.
Es necesario que l@s alumn@s no estén obsesionados con los exámenes, sino que valoren más el trabajo diario (aunque ello también conlleve más trabajo para el/la profesor/a). Por otra parte, otro problema al que se enfrenta el profesorado es que una parte de la sociedad los concibe como los “únicos” educadores… Cuando, en realidad, educadores somos tod@s.
No hay que perder de vista que, por muy buenas iniciativas que tengan algunos/as profesores/as dentro del sistema educativo, éste vive rodeado de un sistema socioeconómico competitivo y despiadado, que también condiciona al sistema educativo. Partiendo de la premisa de que la educación es el motor fundamental para cambiar ese sistema socioeconómico, también debemos plantearnos: ¿cuál es, específicamente, el cambio social que anhelamos?
Por ello, en la próxima asamblea de reflexión del Grupo de Educación, el miércoles 6 de julio en la Plaza Mayor a las 20:00, os invitamos a participar, trayendo ya preparada (desde casa) una definición (con 3 o 5 palabras clave): el cambió social que cada un@ desea, y cuales serían los objetivos irrenunciables para conseguir ese cambio social. A partir de esa base, reflexionaremos más a fondo sobre las herramientas educativas para hacer posible ese cambio social.
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